(Fuente: History.com)

Ya más de treinta años separan a la actualidad de la Masacre en la Plaza de Tiananmen, el final de semanas de protestas en su mayoría pacificas que crisparon el ambiente político y económico en la República Popular China entre Mayo y Junio de 1989, estas manifestaciones y en particular el final violento y autoritario que tuvieron le dieron la vuelta al mundo, todos recordamos la iconica fotografía de aquél hombre que desafió a la todopoderosa autoridad china impidiendo el paso de los tanques que impusieron la Ley Marcial y masacraron a manifestantes en toda Beijing. Desde aquel momento ha pasado mucho, el mundo ha cambiado y en muchos aspectos China también lo ha hecho, pero si algo es cierto, es que el control que tiene el aparato estatal por sobre el país está más seguro que nunca y se aleja cada vez más de las grandes esperanzas que se tuvieron en occidente.

Estas protestas comenzaron como parte de un contexto muy especial en China y el mundo. El revisionismo en las políticas comunistas ya llevaba varios años en el poder y las reformas económicas del «Socialismo con características Chinas» o también llamado «Reforma y Apertura» se estaban llevando a cabo, a pesar de esto, los llamados por que también se tradujeran en mayores libertades políticas aumentaban, especialmente en el sector estudiantil que a partir de la muerte de Hu Yaobang, un político que dentro del Partido Comunista Chino apoyaba la apertura política, comenzó las manifestaciones. Sin embargo, un error que se suele cometer al caracterizar este movimiento fue el de homogeneizar las demandas que tuvo, ya que los estudiantes no fueron los únicos que protestaron, estos tuvieron apoyo de varios grupos obreros y de trabajadores que habitaban en la ciudad que manifestaron descontento con el programa de reformas de Deng Xiaoping.

El clima de crispación produjo incluso ciertas divisiones dentro del aparato estatal chino, entre cuál debía ser la respuesta a estas manifestaciones, por un lado se encontraba Zhao Ziyang, Secretario General del Partido Comunista, quien incluso estaba a favor de varias propuestas de los manifestantes, mientras que por el otro lado estaba Li Peng, el Primer Ministro, partidario de la disolución autoritaria y quien finalmente se establecería como el «Carnicero de Tiananmen», debido a la respuesta dura que logró imponer mediante la Ley Marcial que deshizo las protestas tal día como hoy en 1989.

Mientras en China el control que el Estado tiene sobre las comunicaciones pudo aminorar el impacto de las protestas, en occidente se crearon expectativas demasiado optimistas, no sólo durante los eventos de Tiananmen, sino cuando el reformista Deng Xiaoping ascendió al poder luego de la muerte de Mao. Sus reformas económicas hicieron a gran parte del mundo libre pensar que seguirían reformas políticas que dieran libertad a los chinos, esperanzas que la masacre sepultó. El efecto inmediato fue la parada de la lenta transición económica que estaba viviendo el país, que luego se retomó durante los años 90 al tener asegurado el control político en la «Inspección del Sur» de Xiaoping.

Llegando a la actualidad, el efecto de las protestas es casi nulo en la población china, la propaganda oficial trata los eventos como una simple revuelta que necesitó de las tropas para aplacar a los «Delincuentes» que amenazaban el orden público. Niegan que haya ocurrido una masacre, e incluso prohíben todo tipo de discusión pública sobre el tema, consideran los señalamientos sobre el hecho como «Mentiras de occidente» y bloquean todo tipo de información al respecto de las redes sociales del país[1].

Esta es una muestra más del gran poder y control interno que tiene la República Popular China, de una forma imprevista se ha convertido en un nuevo modo de Totalitarismo que el desarrollo económico y tecnológico del país hace posible. Su «Sistema de crédito social» basado en recolectar y analizar meta-data de los ciudadanos para así poder valorar su comportamiento económico y social, siendo uno de sus valores más importantes la lealtad al partido.

Para Zbigniew Brzezinski los totalitarismos son identificables por seis factores: una ideología oficial, ser un régimen de partido único por sólo una persona, una policía secreta más el control de los medios de comunicación, la milicia y la economía por parte del partido. Según Lee Edwards, catedrático de la Heritage Foundation la China actual cuenta con todas estas características menos una, la economía centralizada, no obstante, las grandes decisiones económicas siguen siendo tomadas por el partido y no por el mercado, no llega a ser una economía centralizada, pero si tan autoritaria como para considerarla parte de la maquinaria totalitaria china.

Los atentados contra los Derechos Humanos del régimen de Xi Jinping se han hecho más fuertes a través de los años; desde que llegó al poder se ha dedicado a fortalecerse y en ese proceso ha expandido el Estado chino hasta el punto de intensificar las campañas de represión étnica tanto en el Tibet como a los Uighures de Xinjang, teniendo a estos últimos en campos de concentración, ha llegado incluso al extremo de utilizar herramientas electrónicas para rastrear a ambas diásporas en el extranjero y amenazar con la detención de sus familiares a cambio de información. Mientras tanto, esfuerzos geopolíticos como la Ruta de la Seda pueden aumentar la presencia de la inteligencia china en servicios como las telecomunicaciones por el establecimiento de infraestructura en diversos países[2].

Ha pasado mucho desde Tiananmen, y ha quedado como una serie de incidentes más significativos para occidente que otra cosa, para China, teniéndose hoy como potencia económica mundial y habiendo establecido de manera exitosa su sistema de control político y social, no fue más que una leve esperanza perdida, un cuento con moraleja que debe ser acatado más que todo por los países del mundo libre, tomando en cuenta las amenazas en Hong Kong y Taiwan, ambos bastiones de la democracia y la libertad, no se debe subestimar al régimen chino, y mucho menos su capacidad para usar la fuerza.


[1] Edwards, Lee, “The Enduring Example of the Tiananmen Square Massacre” https://www.heritage.org/asia/commentary/the-enduring-example-the-tiananmen-square-massacre

[2] Clarke, Michael, “How China Is on the Verge of Totalitarianism 2.0” https://nsc.crawford.anu.edu.au/department-news/13026/how-china-verge-totalitarianism-20

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